viernes, 1 de julio de 2016

EL LOCO DEL PELO ROJO (V. MINNELLI 1956)



"Vincente Minnelli ha hecho un filme poderoso, vital, y que refleja a plenitud la admirable existencia del pintor de los campos, los soles y las arenas doradas. Su intensa indagación en museos y colecciones privadas, hizo posible que, la obra original del artista, ocupara las paredes y los estudios con el mayor realismo. Y la fidelidad de las locaciones, sumada a esa cálida iluminación que se asemeja al mundo que veía Van Gogh, confluye en un filme de incalculable valor como manifestación de la vida. 
Un impagable elenco protagonista que incluye a Kirk Douglas como Vincent Van Gogh, Anthony Quinn como el irreverente Gauguin y James Donald como el noble Theo, hacen de éste la clase de filme que debería ser visto por toda la humanidad."




EL LOCO DEL PELO ROJO

Título original
Lust for Life
Año
1956
Duración
123 min.
País
Estados Unidos 
Director
Vincente Minnelli
Guión
Norman Corwin (Novela: Irving Stone)
Música
Miklós Rózsa
Fotografía
Freddie Young & Russell Harlan
Reparto
Kirk Douglas, Anthony Quinn, James Donald, Pamela Brown, Everett Sloane, Jill Bennett, Henry Daniell, Niall MacGinnis, Lionel Jeffries
Productora
MGM / UA
Género
Drama | Biográfico. Siglo XIX. Discapacidad. Pintura
Sinopsis
Biopic del famoso pintor impresionista Vincent Van Gogh, que retrata su atormentada vida a partir de su obra, que no es más que un reflejo de la ansiedad, la sensación de fracaso y la soledad que lo llevaron, finalmente, a la locura. 
Premios
1956: Oscar: Mejor actor secundario (Anthony Quinn). 4 nominaciones
1956: Globos de Oro: Mejor actor drama (Kirk Douglas). 4 nominaciones
1956: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor (Kirk Douglas)


Para acercarnos un poco más a la genialidad de Vincent Van Gogh presentamos el siguiente poscast:



LA PASIÓN DE UN HOMBRE MEMORABLE

Al comienzo, quiso seguir los pasos de su padre, pastor del comité belga Mensajeros de la Fe. Pero, cuando descubrió la hipocresía oculta en las palabras que no van ligadas a la acción, decidió seguir su propio camino, y con el incondicional apoyo de su hermano Theo, buscó con ardor hasta que lo halló en la pintura.

Vincent Van Gogh, sueña con ser útil a la humanidad y ansía trabajar para ofrecer algo al mundo. Le ha dado un entierro de tercera al dios intimidante imaginado por el clero, y ahora busca al Dios del amor que sabe que se encuentra en nuestro propio corazón.

Theo lo conpromete a que lo participe de sus andanzas y a que nunca se desvincule de él, y así nacerán las famosas “Cartas a Theo” que ilustran de maravilla el intenso sentir del pintor neerlandés. 

Al contemplar la naturaleza y experimentar la ardua labor de los humildes, Van Gogh se llena de fuerza interior y empieza a descubrir la poesía y la reluciente belleza que se guarda en todo lo creado. Se llena así de pasión, y dispuesto a sentir el centro acrisolado de la vida, comienza a trabajar con ahínco para beber el color del sol y de las flores; extraer el poder de los campos y de los cielos despejados; y para plasmar la intensa humanidad y los rasgos sensibles de los hombres más comunes.

Como sucede con todo aquel que desea algo con verdadero fervor, a Van Gogh se le van dando las cosas. Theo, hombre de galerías y de alto roce artístico, es constante con su ayuda y lo acerca al arte de los grandes, para que defina así su propio estilo. Paul Gauguin, otro valioso artista, es animado a vivir con él, y en aquel laberinto de búsqueda, donde los fracasos amorosos también tienen su lugar, el pintor se va agotando cerebralmente y su vida entra en un ciclo lastimoso.

Van Gogh tuvo una tormentosa existencia que podría verse con dolor y conmiseración si no se comprende que, como pocos, logró sustraer de la vida toda la poesía, toda la belleza y la más honda sensibilidad. Y que, el más grande objetivo por el que podemos vivir, él lo cumplió de manera relevante: sirvió y amó a la humanidad y dejó un legado artístico que ahora se valora como uno de los más grandes.

Vincente Minnelli ha hecho un filme poderoso, vital, y que refleja a plenitud la admirable existencia del pintor de los campos, los soles y las arenas doradas. Su intensa indagación en museos y colecciones privadas, hizo posible que, la obra original del artista, ocupara las paredes y los estudios con el mayor realismo. Y la fidelidad de las locaciones, sumada a esa cálida iluminación que se asemeja al mundo que veía Van Gogh, confluye en un filme de incalculable valor como manifestación de la vida. 

Un impagable elenco protagonista que incluye a Kirk Douglas como Vincent Van Gogh, Anthony Quinn como el irreverente Gauguin y James Donald como el noble Theo, hacen de éste la clase de filme que debería ser visto por toda la humanidad.

Luis Guillermo Cardona
Vivir

La desdichada vida de Van Gogh fue adaptada al cine en 1956 por Vincent Minnelli (Lust for life fue el título original), quien no pudo estar más acertado al asignar a Kirk Douglas el papel de genio atormentado. A pesar del carisma que desprende en cada gesto interpretando a Espartaco o el temor que produce el desfigurado rostro de Einar en Los Vikingos (1958), fue la personificación de Van Gogh su papel más aclamado. Más allá de su increíble parecido físico, pocas veces se ha visto en el celuloide una interpretación tan descarnada de un hombre que lucha contra sus propios demonios, contra sí mismo. Un hombre impulsivo, desordenado e irritable, y en cuyo cerebro hierve un talento capaz de plasmar, únicamente, en un lienzo, demostrando sentimiento, fuerza y belleza pero, como el bueno de su hermano Theo dice "nunca llegará a ser feliz", azotado por los miedos y el fracaso. 

De esta manera, naufragan cada uno de sus proyectos: su deseo de ayudar a los más necesitados en su primera etapa como sacerdote, las relaciones amorosas, la convivencia con Gauguin, el taller de artistas que pretendió crear en Arlés, y así hasta el final de sus días.
Además de Douglas, el papel de Paul Gauguin es interpretado por Anthony Quinn. Ambos nos muestran con maestría, mediante una escena en la que discuten acaloradamente, como era la tortuosa relación que los unía, sus desacuerdos artísticos y sus anhelos en la vida. 

Por otra parte, el cuidado que aplica Minnelli en la elaboración de las reproducciones de sus cuadros alcanza la perfección, sorprendiéndonos con decorados y exteriores muy precisos de obras tan conocidas de Van Gogh como Los comedores de patatas, El café nocturno o El dormitorio de Van Gogh en Arlés. Así, podríamos afirmar que se trata de una film muy recomendable para cualquier aspirante a actor, cinéfilo o aficionado al arte. Una película de altura, que dista mucho de ser un simple biopic, al tratar temas vinculados al sentido de la vida y la vana búsqueda de un hombre, a pesar de contar con poderosas armas, un hueco en la vida.

Juan Diego

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